CORONAVIRUS Y ASTROLOGÍA

Cuando comencé a estudiar astrología leí una frase que no he olvidado, aunque no recuerdo de quién es: "Hay tantas clases de astrología como astrólogos hay".

Algunas personas se inclinan hacia la Astrología Clásica, y defienden con vehemencia que esa es la "verdadera" astrología.

Otras personas se inclinan hacia la Astrología Predictiva, detallando con fantástica aproximación la duración de ciertos tránsitos y sus ciclos recurrentes en la historia.

Algunos otros se especializan en Astrología mundial, prediciendo las cambiantes vicisitudes de pueblos y dirigentes.

Existe la Astrología Horaria, como una especie de tarot oracular, para adivinar la respuesta a alguna pregunta precisa. 

Existe la Astrología Psicológica, también llamada evolutiva, que intenta acercarse a la motivación subyacente que hay debajo del aparente caos, o del aparente azar, en cualquier aspecto astrológico o emplazamiento en los diversos Signos y Casas.

También existe la Astrología Kármica, que intenta explicar los acontecimientos actuales a la luz de los sucesos y comportamientos de vidas anteriores.

Y algunos tipos más de astrología que ahora no me vienen al recuerdo.

Todas las diversas ramas de la Astrología tienen un origen común, desde los tiempos de los antiguos Caldeos, Egipcios y Árabes, y cada una ha evolucionado a su manera y tiempo.

Pero lo increíble es la torpeza en la que caemos cuando intentamos demostrar que "nuestro sistema astrológico" es el mejor, pues ésto es sólo un indicador de la soberbia y estrechez de visión en la que hemos caído algunos.

TODOS los sistemas y ramas de la astrología tienen su valor, y todos juntos forman un conjunto de enseñanzas muy valiosas y prácticas.

Los que practicamos la astrología, y también los aficionados a ella, no deberíamos caer en esa torpeza, que es más producto de la soberbia y de la ignorancia que de la verdadera sabiduría que debería aportarnos el estudio disciplinado y serio de esta ciencia tan valiosa y milenaria. 

Cada cual siga la corriente o rama astrológica que prefiera, pero que respete a todos los otros que piensan de otra manera.

Estamos cayendo peligrosamente, la sociedad en su conjunto, en una dinámica de imposición intransigente de nuestras ideas, sean éstas políticas, religiosas, sociales, astrológicas o de cualquier otro tipo. 

Los extremos se tocan, son lo mismo, con otra forma pero igual de parciales e intolerantes. 

La dictadura es tanto la de un extremo como la del otro, cuando insulta, menosprecia y  ridiculiza al oponente, simplemente por que no piensa igual que uno. Y en eso estamos cayendo muchas personas en estos tiempos.

Acuario puede ser tan intransigente como Capricornio, la revolución de lo nuevo contra lo viejo y establecido...para terminar siendo lo nuevo tan viejo y establecido sólo unos años después, como los que han destronado a otros solamente para subirse ellos mismos en el mismo puesto, y esto mismo estamos comprobando actualmente en la política, especialmente en la española.

Yo creo que la inclinación de cada uno hacia cierto tipo de astrología, o de cualquier otro interés intelectual, es producto del Mercurio natal que cada uno tenga. 

Y como ejemplo pongo a Mercurio en Sagitario, que aunque la astrología clásica dice que está en Detrimento, (como si fuera incapaz de utilizar la lógica y el intelecto de forma útil), lo que le interesa del conocimiento es comprender el "por qué" de las cosas. 

No se conforma con saber qué tránsito, por ejemplo, puede uno estar viviendo, si no qué objeto y que fin tiene que uno esté pasando por ese tránsito, qué aprendizaje y qué lección trae consigo.

Hay un refrán español que dice: "No hay mal que por bien no venga", y eso parece una frase pensada por un nativo con Mercurio en Sagitario; todo tiene un por qué, aunque en un primer momento no lo sepa ver uno con claridad, hasta que pasa cierto tiempo y tiene uno cierta perspectiva.

Y bajo esta perspectiva me atrevo a decir: esta pandemia actual del Coronavirus tan dolorosa, dura, trágica y difícil, tiene que tener un por qué, un origen y un objetivo, en el fondo positivo para la evolución de la Humanidad. 

Alguna lección nos está dando a esta sociedad actual tan altamente orientada hacia lo económico, lo material, hacia el consumismo suicida que antepone la economía al cuidado de la naturaleza, del aire, del agua, de la tierra, de la salud de todos los hombres, presentes y futuros, que tienen hipotecada su salud por generaciones si no hacemos algo por evitarlo.  

Esta sociedad que antepone el dinero y la ganancia económica al respeto por los ancianos, por los niños y por los indefensos, por los apartados de la sociedad. 

Este sistema de vida que prima el dinero por encima de una existencia en paz y respeto por todos y por la Tierra que nos da su alimento, el agua y el aire que respiramos. 

La Naturaleza nos está dando muestras de que está al límite, y este virus tiene un objetivo y un mensaje: o cambiamos como sociedad en su conjunto y damos un giro positivo en nuestra forma de vivir, o podemos acabar diezmados como especie, o totalmente exterminados, al igual que lo fueron otra especie dominante hace muchos siglos, los dinosaurios. Un simple meteorito cambió el curso de la historia.

Al igual que las sequías extremas hicieron caer civilizaciones dominantes en otro tiempo, o una glaciación borró de sobre la faz de la Tierra especies enteras y formas de vida, ¿por qué somos tan soberbios y ciegos y no pensar que lo que pasó anteriormente podría pasar otra vez, de una u otra manera?

Esta es la lección que nos está trayendo esta pandemia actual: "¿Qué es lo importante, qué es lo superfluo, qué es lo imprescindible?" 

No es tan importante saber cuándo acabará, sino cuánto habremos aprendido de esta situación. 

Al final nos llevamos con nosotros a la otra vida solamente lo aprendido, lo amado, lo que hemos hecho por los demás; no el dinero ni las posesiones materiales.

Así es como yo lo veo, pero igual es producto de mi Mercurio en Sagitario, idealista y buscador del sentido profundo que se oculta tras lo aparentemente superfluo.

-Opiniones y Reflexiones. Miguel Caparrós