jueves, 24 de noviembre de 2016

EL OCTAVO TRABAJO DE HÉRCULES


HÉRCULES Y LA HIDRA

En su viaje de individuación Hércules tuvo que cumplir doce tareas o trabajos.
 La octava tarea, la de matar a la Hidra, ejemplifica el tipo de lecciones y de problemas con que tropezamos por obra de Escorpio y de Plutón.
Los tránsitos de este planeta suelen designar una fase de la vida en que tenemos que combatir con la Hidra, la bestia que hay dentro de nosotros.

Hércules inicia su búsqueda de la bestia. La Hidra es difícil de encontrar. Como las emociones soterradas que se ocultan en el fango del inconsciente, la Hidra se oculta en una “caverna de perpetua noche" situada junto a un fétido pantano; es decir, en una parte de nosotros que se resiste muchísimo a la “iluminación" o explicación racional.

De la misma manera, bajo la influencia de los tránsitos de Plutón, provocamos -ya sea consciente o inconscientemente- situaciones que nos obligan a enfrentarnos con la bestia que llevamos dentro, o que se oculta en las personas que nos rodean.

Armado con su querido garrote, Hércules se levanta para enfrentarse con la Hidra e intenta cortarle las cabezas, pero cada vez que una de ellas cae,  aparecen tres más en su lugar. 

El intento de matar de esa manera a la Hidra es un reflejo de la forma en que procuramos destruir nuestras emociones bestiales apartándolas de la conciencia;  y sin embargo, siguen reapareciendo cada vez más furiosas y encolerizadas.

 Finalmente, Hércules recuerda el consejo de su maestro: “Nos elevamos arrodillándonos; conquistamos entregándonos;  ganamos renunciando”.
 En vez de seguir atacándola de pie, se arrodilla en la ciénaga, sumergiéndose en el fétido lodo, y sujetándola por una de las cabezas, levanta a la Hidra a luz del día, donde comienza a marchitarse.
 Sólo  tiene fuerza cuando está en el pantano; cuando se la lleva a la luz pierde su poder destructivo.

Hércules puede entonces cortarle todas las cabezas sin que ninguna renazca; sin embargo, después de haberle cortado las nueve, aparece una décima: el héroe, se da cuenta de que ésta es una joya y la entierra debajo de una roca.

¿Qué significa todo esto? Si se las deja corromperse en las aguas estancadas del inconsciente, nuestros ciegos impulsos instintivos y nuestros complejos infantiles (nuestra temprana rabia destructiva, el odio hacia nosotros mismos, la envidia, los celos, la codicia, la lujuria...) tienen un enorme poder sobre nosotros, pero si los traemos a la luz del día, a la luz de la conciencia, y los mantenemos ahí, empiezan a perder fuerza.
Aquello de lo que somos inconscientes tiene una especial manera de acercársenos por la espalda y atacarnos inesperadamente. 
Sin embargo, si somos conscientes de ello, tenemos más posibilidades de dominarlo.




Howard Sasportas - (Los dioses del cambio).





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