Una vez escuché una
historia en un vídeo en Facebook que me dejó impactado. No recuerdo quien
contaba esa historia, sinceramente. Esa es la historia que voy a contaros:
-“Una mujer tenía una madre
de la cual había tenido que alejarse para poder crecer y madurar, lejos de su
influencia. Se fue a un país extranjero y estuvo durante muchos años sin hablar
ni ver a su madre.
Su infancia y juventud fue
un cúmulo de vivencias dolorosas debido al trato frío y duro que su madre le dio,
de modo que decidió, en cuanto pudo, alejarse de ella e intentar olvidar ese
dolor emocional que llevaba en su corazón.
Pasaron años en los que esa mujer intentó rehacer su
vida y ser feliz, pero creo que no lo consiguió del todo, debido a la marca
indeleble que llevaba en su interior.
Un día recibió una llamada
de teléfono, era de un hospital, y una voz le dijo que su madre se estaba
muriendo, y que había pedido que llamaran a su hija, pues quería verla antes de
partir de este mundo.
La hija, impactada ante la
noticia, hizo su maleta y viajó hacia la ciudad donde su madre estaba
moribunda, en la cama de un hospital.
Mil cosas pasaron por su
cabeza mientras realizaba ese viaje, mil recuerdos dolorosos todavía, se
debatían en su mente: desamor, abandono emocional, maltrato psicológico…
Finalmente llegó al
hospital y preguntó por ella. Y entonces le dijeron que su madre había entrado
en coma, hacía ya unas horas.
Una enfermera le comentó
que si ella quería podía estar un rato a solas con su madre, en la habitación
donde yacía sin vida. La mujer, atribulada, aceptó y entrando en la habitación
se sentó a su lado, en el sillón que había al lado de la cama.
Después de un buen rato en
silencio, la mujer comenzó a hablarle a su madre, reprochándole el maltrato
recibido durante tantos años: <mira mamá cuando me hacías esto y aquello,
cuanto me dolía tu comportamiento> y así estuvo durante bastantes minutos
desahogando su pena hablándole a su madre, desgranando, poco a poco, todo su
dolor y rabia acumulada por años de carencias afectivas.
Y entonces, de pronto, la
madre abrió los ojos, y le dijo estas palabras: “hija mía, yo sólo hice lo que tú
me dijiste que hiciera”.
Cerrando los ojos a
continuación y muriendo definitivamente.”-
El shock que recibió la
hija fue mayúsculo, evidentemente, pero el mensaje fue recibido: cuando estamos
en los momentos previos a nuestro nacimiento en esta vida, llegamos a acuerdos con las
personas importantes de nuestra próxima vida en la Tierra, y entonces decidimos
las vivencias que hemos de pasar, para aprender las lecciones pendientes que
tengamos.
Unos le llaman karma, yo
también lo creo así.
Pero si intentamos razonar
esta historia y su profundo y sencillo mensaje, nos damos cuenta de que cuando
nacemos lo hacemos en cierto momento, en el exacto momento en que en el cielo
los astros están de determinada manera, que está reflejando en nuestra carta
astral, de forma misteriosa y a la perfección, esas vivencias que hemos de pasar, esos padres
que vamos a tener, esas dificultades que hemos de vivir para cumplir un determinado
propósito… todo eso está escrito en nuestra carta natal.
Entonces… si todo esto está
escrito que lo vivamos para un determinado propósito, que es nuestro mayor crecimiento
y madurez, no para recibir ningún castigo kármico de vidas pasadas, sino como
lección pendiente de aprobar, entonces… ¿por qué nos pasamos la vida echando en
cara y guardando rencor y dolor emocional a quienes, en apariencia nos han
hecho vivir determinadas experiencias?
Yo cada vez que cuento en
voz alta esta historia, no puedo impedir que las lágrimas asomen por mis ojos, porque
algo se me remueve por dentro.
Afortunadamente ya
comprendí ese mensaje, ya no guardo ningún rencor ni dolor emocional a nadie de
mi pasado, ahora comprendo el porqué de esas vivencias.
Por supuesto que hay personas
de las que me alejo, pues ya han dejado de ser importantes en mi vida, pero las
dejo ir en paz y en paz me quedo yo también con mi pasado.
Esta es la historia que
hoy he querido contaros. Dejemos de guardar rencor, comprendiendo que algo
profundo hay debajo de la superficie que esas experiencias dolorosas encierran,
y que a menudo nos impiden vivir en paz.
Y reconozcamos el mensaje
que nos han dejado. Somos lo que somos gracias a todas esas experiencias. Por
supuesto, cuando apartamos el rencor y miramos qué hay debajo de todo ello.
Al fin y al cabo, es
nuestra carta astral lo que estamos experimentando, y lo que está escrito ya
antes de nacer nosotros nos está contando una historia que puede ser
maravillosa, en cuanto reconocemos lo que encierra.
-Miguel Caparrós. Astrología
Psicológica
Cuanta verdad, gracias por compartir <3
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