domingo, 17 de septiembre de 2017

Quirón en Libra y Casa 7


 Con este emplazamiento las relaciones son de primordial importancia, y aquí encontraremos a Quirón en todas sus facetas. 
 Es probable que muchas veces nos metamos en el fuego, en cuanto a las relaciones se refiere, y nos quememos.

 Esta situación es con frecuencia una repetición de nuestra relación inicial con el progenitor del sexo opuesto, y puede hacernos creer que las relaciones son peligrosas y es mejor evitarlas, o por lo menos abordarlas bien dispuestos para la batalla.
 Esto puede llevarnos al sufrimiento, a la soledad y a ponernos a la defensiva, mientras no hayamos reconocido el origen de esta pauta.

 El entorno de nuestra niñez puede haberse caracterizado por relaciones destructivas, o quizá por la falta de relación, y por tener que mantener una máscara de cortesía, como pantalla para ocultar la hostilidad, el deseo de venganza o la competitividad que bullía dentro de nosotros.

 Tal vez hayamos aprendido a complacer a todo el mundo, a ser todo lo que los demás necesitan, a suavizar los posibles conflictos. 

 Es probable que nuestras reacciones emocionales ante los demás tengan más que ver con lo que pasa dentro de nosotros mismos que con lo que puedan hacer o decir ellos.
 Puede ser que tengamos dificultades en las relaciones, en las que parece que los demás se pelean con nosotros: en realidad están luchando por no ser la imagen que proyectamos sobre ellos.

 De hecho, quienes tienen este emplazamiento aprenden mucho sobre sí mismos fijándose en la clase de personas hacia quienes se sienten atraídos, y en aquellas que se sienten atraídas por ellos, en la medida en que están reflejando, como en un espejo, aquellas características positivas que a ellos mismos les falta y tienen que trabajarse en alcanzar, o aquellas negativas que tienen también dentro de sí, no reconocidas, o bien que se encuentran latentes, en estado potencial.

 Con Quirón aquí podemos sufrir tanto por tener que vivir indeseables períodos de soledad y aislamiento, como por mantener relaciones que nos dañan, hasta el día en que sentimos que ya no podemos más; entonces cerramos a cal y canto el corazón y nos aislamos de la gente.

 Pero este retraimiento también puede tener una dimensión creativa, si el nativo utiliza ese espacio de soledad para estudiarse a fondo, reflexionar y descubrir qué es realmente lo que le pasa.

 Tenemos que llegar a aceptar el hecho de que si somos auténticos con nosotros mismos y nos mostramos tal y como somos en verdad, no vamos a gustarle a todo el mundo, pero las relaciones que tengamos entonces serán de autenticidad y acordes a nuestra verdadera forma de ser y sentir.

 No podemos poner nuestra autoestima en manos de los demás, deseando caer bien a todo el mundo, sino en ser fieles a nuestra esencia y en caernos bien a nosotros mismos.

 También deberemos aprender que tener enemigos, por no hacer lo que otros quieren, no significa que uno sea una mala persona.

 Con frecuencia tienen miedo de expresar sus propios sentimientos negativos (ira, enfado, cólera, etc.), que pueden entonces acumularse dentro de ellos hasta hacer erupción en escenas violentas de recíprocas acusaciones.

 Positivamente, este emplazamiento confiere el don de estar en contacto tanto con el nivel humano como con el arquetípico, de las relaciones.

 Según los griegos existen 4 tipos de amor arquetípico: 
Eros, el amor carnal, sexual, erótico.
Estorgé, el amor fraternal, comprometido y duradero.
Philia, el amor solidario, gentil y respetuoso.
Ágape, el amor profundo, puro e incondicional.


 Tienen mucho que ofrecer a quienes se relacionan con ellos, no sólo por su penetración psicológica, sino también por su capacidad para dejar que los demás tengan su propio espacio de independencia e intimidad.

-Extractado del libro: Quirón, de Melanie Reinhart 




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