EL
TESORO ESCONDIDO
Plutón era el dios de los tesoros
enterrados, y un viaje al interior de lo que hay enterrado en nosotros sacará a
la luz riquezas ocultas, algunas de las cuales quizá ignorábamos hasta su
existencia.
Todos tenemos ciertos impulsos que nos dan
la sensación de que no son aceptables para el medio. Como tememos perder el
amor de los demás, nos angustiamos por esos impulsos y nos defendemos de ellos.
La represión es uno de los mecanismos de
defensa que empleamos, pero hay muchos otros.
De esta manera el ego, el sentimiento de
ser “yo”, se forma generalmente incluyendo los impulsos y las características
que el medio acepta, y excluyendo los que este desaprueba.
Sin embargo, nuestros impulsos sexuales o
agresivos no son los únicos mal mirados. También es posible que las personas de
quienes dependía nuestra supervivencia fueran ambivalentes ante nuestros rasgos
más positivos, como la energía, la curiosidad o la espontaneidad innatas, o que
los desaprobaran.
Si de niños sentíamos que el ambiente no
aprobaba estas cualidades, nos habremos angustiado y habremos procurado negar
también estos rasgos.
Es decir que los desterramos de nuestra identidad
consciente y nos convertimos en lo que se conoce en Análisis Transaccional como
“el niño adaptado”.
Cultivamos un falso yo, que se podía
mostrar al mundo. Y después de un tiempo nos olvidamos de lo que hubo
originalmente allí y llegamos a creer que el falso yo es lo que realmente
somos.
Los tránsitos de Plutón derriban las
fronteras de ese falso yo y permiten que lo que hay oculto en nosotros se
incluya en nuestra identidad, y por consiguiente nos dan la oportunidad de
integrar potencialidades positivas que antes habíamos negado.
Estos tránsitos, al hacernos más
conscientes de lo que hay oculto en nosotros, pueden exigirnos que nos
enfrentemos a estos miedos para llegar a convertirnos en lo que realmente
somos.
-Howard
Sasportas- “Los dioses del cambio”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
(Deja tu comentario. Lo publicaré en cuanto lo vea).