domingo, 14 de enero de 2018

SATURNO EN LA CASA I, O EN ARIES NATAL


Cuanto más cerca está Saturno del Ascendente, más sugiere que podemos despegar en la vida con una desagradable autoimagen. 

Deja entrever una rigidez que no es nada infantil.


Hemos aprendido a corta edad a refrenar el inicio de cualquier acción espontánea, debido a las básicas inseguridades sobre nosotros mismos. 


La cautela y un aire de reserva, a menudo, son evidentes en nuestra juventud.

Al menos esto nos hace ser capaces de esperar hasta que calculamos el momento adecuado, antes de entrar en la acción.

Posiblemente todo esto fue producto de un nacimiento difícil. 

Tal vez uno estuvo algo reacio a nacer, haciendo que el proceso fuera lento y difícil; o tal vez nuestra alma sintiera, de alguna manera, que no estaba lista para encarnar.

Los astrólogos kármicos pueden especular que nuestra resistencia a nacer, pudiera estar relacionada con algún trauma corporal de otra vida, producto de algún abuso o tortura. O bien que nos sometieron a algún tipo de encierro. 

Por alguna razón pudimos haber sufrido en manos de alguna autoridad, simplemente por ser nosotros mismos y por seguir nuestros apasionados impulsos.

Y esas experiencias, ahora pueden manifestarse como un obstáculo para el sano desarrollo de una identidad fuerte, o de seguir nuestros impulsos hacia la acción.


Puede haber tendencia a fruncir el ceño en demasía y de tener una apariencia tensa. 

Aunque algunas veces uno podría aparentar una extroversión aguda, con el objetivo de que la gente no se de cuenta de que, en verdad, nos pueden herir con facilidad, y hacernos sentir que no valemos nada.

Pudiera haber una tendencia hacia la delgadez extrema, y en caso de que hubiera una obesidad excesiva, esta sería por nuestra necesidad de aislarnos y defendernos del medio ambiente externo.


Es probable que hayamos crecido con excesiva sensibilidad ante la crítica, el rechazo o la negligencia por parte de los demás, o de alguno de nuestros padres.

 Sea cual fuere el escenario, finalmente nos volvimos seres vulnerables ante la frialdad, la indiferencia o la falta de compasión de los demás, en especial ante cualquier figura de autoridad.

Por lo tanto, crecimos con una dificultad grande para dar y recibir calidez y proximidad.

Debemos aprender que vivimos en un mundo que no busca abatirnos o menospreciarnos, y que existen personas que nos dan ánimo y nos aman, dando sostén a nuestra identidad y a nuestra vida.



Esas barreras que ponemos ante nosotros mismos, nos hacen daño, nos aíslan del contacto estrecho con los demás y aumentan nuestra sensación de inadecuación. 


Es importante que comprendamos esto y que rompamos esas barreras, para poder tener enriquecedoras relaciones íntimas.  

De todos modos, con Saturno aquí el tiempo corre a nuestro favor; normalmente con la edad nos atrevemos a mostrarnos más tiernos y cercanos.



Positivamente, tenemos la fortaleza de transformarnos en individuos muy capaces, con un gran poder de controlar y manejar nuestra vida bastante bien. 

Nuestro innato sentido del deber y la capacidad de alcanzar objetivos, nos permite mantener activa y estable nuestra vida.

Cuando está bien llevado, tenemos la capacidad de comenzar nuevos proyectos, con un paso más firme y un objetivo determinado y claro, mayor que otras muchas personas.


El signo de nuestro Ascendente cobra aquí más poder, con Saturno. Este signo tiene la responsabilidad de canalizar la energía de este planeta hacia las experiencias externas y, como resultado, tiende a madurar y hacer más profunda su expresión.

Probablemente vamos a sentirnos más competentes con respecto a los asuntos mundanos, conforme vamos envejeciendo y nos volvemos más espontáneos y confiados.

Aprendemos a manejar las consecuencias de nuestras acciones, con coraje y una fuerza interior que se va desarrollando conforme pasa el tiempo.

Lo que necesitamos es mantener actitudes flexibles respecto a la vida. 

Debemos impregnar nuestra conciencia con un sentido de esperanza y fe, con la certidumbre de que siempre podemos modificar cualquier patrón de conducta negativo que tengamos, y sabiendo que nunca es tarde para volver a empezar.


La recompensa de un Saturno bien manejado en la Primera Casa, es un sentido de la propia individualidad bien definido. 

Podemos enfrentar, con flexibilidad, todo lo que la vida nos presente, y tener un sentimiento duradero de seguridad interior, junto con la satisfacción de que nuestra vida es verdaderamente significativa.


-Bil Tierney: "Las doce caras de Saturno"






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