viernes, 22 de octubre de 2021

LA ASTROLOGÍA Y EL MIEDO

 Hay una tendencia muy grande en la actualidad de utilizar la astrología como un medio para asustar a la gente, así como también muchas personas se acercan a la astrología con un supersticioso interés de saber cuándo van a sucederle “esos terribles acontecimientos que salen en su horóscopo”.

 Cada mes hay, por lo menos, dos acontecimientos “temibles”, la Lunación o Luna Nueva, y la Luna Llena. 
“Esta Luna Llena cae en Aries y en mi casa 7. ¿Significa eso que me separaré de mi actual pareja?”, preguntan asustadas algunas personas. 
Además están los “terroríficos” eclipses de Sol y de Luna. 
De Sol hay un promedio de 2 eclipses al año, y de Luna entre 2 y 7 eclipses anuales. O sea que puede haber hasta 9 eclipses cada año. Y cada vez que se aproxima la fecha de alguno siempre hay alguien quien temeroso comprobará que le “cae” en su casa 8 o 12, y vivirá un tiempo asustado ante la posibilidad de una muerte u hospitalización de alguien cercano o de uno mismo. 

 Y yo me pregunto en voz alta: “¿Vale la pena acercarse a la astrología de esta manera, para vivir angustiado previendo calamidades que, afortunadamente, casi nunca suceden?”
No, definitivamente no vale la pena. 

 Hay dos tipos de cartas astrales: la carta natal, (con la cual no debiera haber ningún problema enfocando constructivamente la interpretación), y las diferentes cartas de técnicas predictivas (revolución solar, tránsitos, arco solar, progresiones, etc.) 
Y este segundo tipo de técnicas, las predictivas, son las más dadas a enfocarse mal, como astrología fatídica y de destino. 

 Dice un conocido adagio astrológico: “Los sabios gobiernan sus estrellas, y los necios son gobernados por ellas”
Es decir, si uno se conoce a sí mismo lo suficientemente bien, normalmente ya pasados los 40 años, después de haber pasado la cuadratura de Plutón en tránsito a Plutón natal, y es “sabio” o conocedor de sí, lo más probable es que cualquier tránsito, sea de la técnica predictiva que sea, uno lo viva de forma positiva, sacando provecho incluso de los aspectos más tensos (conjunción, cuadratura y oposición), pues estos tránsitos no harán sino activar algo que ya conoce uno, y en la medida que tenga ese aspecto suyo (emociones, subconsciente, sentimientos, etc.) más o menos en armonía o equilibrio, el tránsito lo reforzará positivamente, o le hará consciente de que tenga que hacer algún reajuste. 
El “sabio” (el conocedor) gobierna sus estrellas (sus tránsitos). 
Pero aquellas personas que sean “necias”, es decir (no conscientes de sí mismas), con partes de su ser rechazadas, proyectadas o negadas, estas personas “serán gobernadas por las estrellas”, por los tránsitos, que harán que la manifestación más negativa del tránsito tenga lugar en su vida. 

 Pero es muy importante que consigamos entender profundamente el significado que cualquier tránsito nos trae. 
Los tránsitos (los movimientos de los astros aspectando partes de nuestra carta natal) es la forma en que la Vida, o una Consciencia Superior, o nuestra Alma, tienen de hacernos crecer, de obligarnos a evolucionar, ya que la tendencia natural del hombre es la inercia, no hacer nada que nos cueste esfuerzo. 

 Los planetas transitantes no nos “traen nada”, sólo reflejan que ha llegado el momento de trabajar tal o cual aspecto de nuestra vida. 
-Júpiter, el Benéfico mayor, no “trae” suerte, aunque es una oportunidad de mejorar aquella área de nuestra vida por donde transita, pero no nos regala nada que nosotros no hubiéramos trabajado previamente. 
-Saturno, el viejo maestro, no castiga con retrasos ni pérdidas, ni con desánimo ni depresión. Sólo nos pone un examen donde deberemos probar que hemos madurado esa parte de nosotros por donde él transita. 
Si aprobamos el examen nos “recompensa” con más madurez, equilibrio, sabiduría, maestría y reconocimiento profesional, etc. 
Pero si suspendemos el examen el desánimo, la depresión o tristeza y los posibles retrasos y dificultades que tuviéramos son avisos de lo que aún tenemos que seguir trabajando en nosotros o en nuestra vida. 
-Urano, el despertador de conciencias, no pone nuestra vida “patas arriba”, a menos que sea necesario que nos dé una fuerte sacudida para conseguir que reaccionemos. 
Urano nos pide, o nos exige, reajustes y cambios en aquellas áreas transitadas, si fuera necesario algún cambio o mayor evolución. 
Pero si ya estamos en armonía o equilibrio, o bien mejorará esa parte nuestra transitada, o no sentiremos el transito especialmente significativo. 
-Neptuno, el diluidor de fronteras, no traerá confusión o engaños y estafas a nuestra vida, a menos que seamos nosotros mismos los que estemos ciegos ante aspectos nuestros que debiéramos ser conscientes y mejorar. 
Neptuno quitará las vendas de nuestros ojos, o derribará murallas tras las cuales nos escondemos para no ver, o para defender nuestra vulnerabilidad, obligándonos a afrontar lo que no hayamos querido reconocer, de modo que tengamos la oportunidad de trabajarlo y mejorarlo. 
-Y Plutón, el dios de los infiernos, nos obligará a mirar a la cara crudamente aquellos aspectos nuestros enterrados y no reconocidos, proyectados o negados por considerarlos instintos salvajes, inadaptados o claramente “diabólicos”.   
Pero es solamente la negación y la represión lo que ha convertido esas posibles manifestaciones de partes nuestras en algo negativo y maligno, no porque lo sean por sí mismas. 
Y con sus tránsitos la vida nos obliga a reconocerlos y trabajarlos. 
Un hijo nuestro, aunque sea problemático, salvaje e inadaptado, necesita ayuda, no la cárcel. 
Y eso es lo que hacemos cuando hay partes de nosotros que rechazamos por considerarlas negativas, en vez de considerarlas “ineducadas”, faltas de educar, y las relegamos a la cárcel de nuestro oscuro subconsciente. 
Plutón en tránsito no saca nuestros “demonios”, a menos que realmente los tengamos dentro, escondidos. 
Es simplemente el momento de sacar afuera lo reprimido, lo que tengamos escondido dentro y trabajarlo. 
Si estamos por debajo de lo que debiéramos expresar, por timidez, debilidad o miedo, el tránsito es la oportunidad de reforzar esa parte nuestra que está infravalorada en su potencial real. 
Por el contrario, si estamos infatuados o engreídos, creyéndonos poderosos e intocables, Plutón destrozará y hará caer esa autoimagen distorsionada, de modo que tengamos la oportunidad de volver a construirnos con más cuidado y con más realismo. 

 ¿Tenemos por tanto que tener miedo mirando nuestros tránsitos y temiendo siempre lo peor? No, en absoluto si nos conocemos suficientemente, si somos “sabios” y hemos trabajado nuestro carácter y demás partes de nuestro ser. 
Pero si somos “necios”, poco conocedores de algunas partes de nosotros mismos, entonces en el fondo en vez de miedo debiéramos alegrarnos de poder transformar, gracias a los tránsitos, nuestra ignorancia (de nosotros mismos) en sabiduría, armonía y felicidad. 
¿Que esto no es fácil?, seguramente no lo sea, pero más duro es vivir toda la vida en la ignorancia y sufriendo los tránsitos difíciles en toda su crudeza y negatividad, sin jamás reaccionar ni mejorar. 

 Así es como yo lo veo, así es como a mí me sirve entender la maravillosa y profunda práctica de la astrología. 
Y me hace feliz. 

-Opiniones y Reflexiones. Miguel Caparrós




6 comentarios:

  1. Una reflexión muy buena para acercarnos a la astrología y al libre albedrío. A mi también me ha hecho feliz leer tu enfoque y verlos cómo oportunidades para crecer y evolucionar.

    ResponderEliminar
  2. Maravilloso identificarse con tus palabras, así fue mi evolución desde el miedo hacia la comprensión. Hubo un tiempo en el que me alejé de la Astrología porque no sabía interpretarla. Hasta que pasó Plutón... aprendí que todos los miedos están dentro, y se reflejan afuera, a veces en forma de personas y otras en forma de circunstancias. Aprendí que como es arriba, es abajo... pero yo controlo lo de abajo. Y desde entonces empecé a ver los datos desde la perspectiva correcta, leerlos desde mi propia historia, y entender el camino que se marca delante mío, que es la trocha que yo misma voy abriendo. Tengo la "suerte" pero también la "desdicha" de una carta natal con muchos trígonos y sextiles. Mínimas cuadraturas y conjunciones muy "fáciles". Si no fuera por mi Plutón en la 6 y mi Saturno con mi Sol (partil) en la 2, viviría como un pececito (soy ascendente Piscis) que se entera de que hay un mundo afuera solo cuando alguien toca el vidrio y se asoma por él, con mi conjunción Júpiter-Neptuno en la 9 (eternamente mirando un cielo azul con pocas nubes, perdiéndome en un libro o en un museo) que siempre me hace mirar para otro lado mientras el mundo alrededor se me viene encima. Sería una vida inútil sin las sacudidas del gran depurador y el duro maestro. Pero ya no les temo, porque vienen a despertarme para disfrutar la vida de la única forma posible... viviéndola.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta tu manera de entender la astrología. Llegaste en un momento de crisis en mi vida, y tus palabras son las de un sabio maestro, que le dan sentido a la razón de ser de entender los astros y hacer predicciones de los mismos.

    ResponderEliminar

(Deja tu comentario. Lo publicaré en cuanto lo vea).