domingo, 5 de febrero de 2017

MARTE EL DIOS DE LA GUERRA


En la astrología medieval a Marte se le consideraba un planeta maléfico, y todavía hay quienes ven a esta energía como algo negativo. 
Marte es el espíritu de lucha que defiende a nuestro Sol, o sea, hacer valer nuestros derechos y nuestra peculiar identidad.
Sin Marte somos impotentes, y si no lo expresamos aparecerá el Marte de otra persona dispuesto a imponernos su voluntad, e incluso a agredirnos verbal, física o psicológicamente.

En la infancia, una de las mayores dificultades para expresar a Marte es un ambiente familiar donde la lucha se da de forma encubierta (lo cual implica un problema familiar con este planeta), donde se eluden la agresividad y el enfrentamiento directo, y todos los esfuerzos que uno pueda hacer por alcanzar lo que quiere se ven rechazados hasta que se convierten en algo inconsciente.

Otra situación en que necesitamos expresar a nuestro Marte de forma constructiva viene reflejado en la mitología: cuando Hércules debe limpiar los establos de Augías, que estaban llenos de estiércol.
Estos excrementos representan toda  nuestra herencia psíquica del pasado: el odio, la incapacidad de perdonar y el envenenamiento emocional del ser humano.

Necesitamos a Marte para enfrentarnos con toda esa oscuridad que está tanto en nosotros mismos como en el mundo que nos rodea.
Hércules tuvo una inspiración para resolver este asunto: desvió un caudaloso río de modo que el agua fluyó a través de los establos, formando un gran torrente que los limpió a fondo.
Esto es una imagen de como recanalizar toda esa energía emocional (el agua), de modo que haya una liberación de sentimientos que puedan arrasar con toda la escoria en una única y enorme inundación.

A veces es necesario que saquemos y expresemos toda esa rabia y dolor contenidos que guardamos hacia nuestros padres, hacia nuestra ex pareja, o hacia quien sea, de modo que podamos sanar y recuperar esa energía que, de otro modo, se encuentra retenida en nuestro interior, humeando y llenándolo todo con su fétido olor.
Las emociones implicadas, generalmente son sentimientos inexpresados de enojo y dolor.

Un Marte bloqueado provoca un sentimiento de impotencia, hace que la persona se sienta como una víctima, y crea una gran rabia inconsciente que puede expresarse de muy diversas maneras.

Cuando Marte está de este modo castrado, se puede volver muy venenoso.
La cólera entonces puede dirigirse tanto contra uno mismo, como contra el mundo exterior.
Pueden aparecer síntomas físicos que se vinculan con las emociones bloqueadas o la autoafirmación inhibida (como las migrañas, la colitis, los trastornos biliares, trastornos digestivos, úlceras, disfunciones sexuales, enfermedades cardíacas  y problemas de piel). 
Pues no hay estado emocional más destructivo para el cuerpo como la cólera reprimida y los sentimientos de impotencia.
El perfil psicológico que parece estar más asociado con el cáncer es aquel en que los rasgos dominantes son un gran conformismo y un intenso deseo de contentar a todo el mundo.
La incapacidad de reconocer y de expresar un enojo justificado, además del derecho a hacerse valer, puede ser literalmente mortal.

Si tenemos una relación amistosa con nuestro Marte, sabremos lo que queremos y podremos pedírselo a los demás. Pues la incapacidad de “saber lo que queremos y hacer lo necesario para conseguirlo” depende de que la persona sea capaz de expresar de manera consciente a su Marte.

Uno de los resultados más comunes de un Marte desconectado o distorsionado es un estado de depresión crónico.
Muy a menudo la raíz principal de este estado de depresión lo constituye una profunda sensación de impotencia, frustración y rabia, que se genera al sentir que uno no puede elegir, que uno no tiene poder alguno sobre su propia vida.


Muchas personas se disocian de este tipo de depresión profunda, y aumentan conscientemente su actividad para seguir funcionando en la superficie de la vida, encontrando vías de escape como el trabajo compulsivo, grandes dosis de televisión, el sexo, el alcohol o los tranquilizantes, cuando toda la negrura reprimida amenaza con irrumpir en la conciencia.
Pero, de hecho, la irrupción siempre acaba produciéndose, con frecuencia bajo la forma de enfermedad, agotamiento o insomnio.
Aquí Marte se introvierte y se vuelve contra la persona.

Es frecuente que un problema marciano, es decir, un sentimiento consciente o inconsciente de impotencia o castración, se transmita psicológicamente de una generación a otra de hombres en una misma familia.
Como para un niño el padre es siempre el primer canal a través del cual contacta con el arquetipo masculino, la debilidad del padre y su incapacidad para expresar a Marte pueden significar que su hijo no tenga un modelo de cómo sentirse fuerte y decidido.

Al final, todos estos dilemas se centran en el simple principio marciano de saber lo que uno quiere y hacer lo necesario para conseguirlo.

Si tratamos de ser nuestro Sol (nuestra identidad) sin Marte (la voluntad, la fuerza), nos castramos a nosotros mismos, dejamos de ser auténticos y nos volvemos impotentes; además nuestro Marte proyectado nos atacará entonces desde el mundo exterior.

Vale la pena que conectemos con nuestro Marte, esa energía interior que hay en cada uno de nosotros y que es fuente de vida, de salud y de alegría.

-ASTROLOGÍA Y MITOS


                      



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