Estas personas suelen tener un acceso notable al mundo de los sueños, la imaginación y la fantasía, y es probable que no hayan perdido nunca esta conexión, tan característica de los niños.
Para estos nativos lo que sienten, piensan o quieren es tan real y tangible como cualquier otra cosa.A veces es fácil engañarlos, y tienden a ser presa fácil de quien intente burlarlos o explotarlos, ya que frecuentemente no advierten el peligro hasta que ya es demasiado tarde.
El deseo de unidad con el Todo, la conexión espiritual con la divinidad, la Fuente, puede expresarse negativamente por medio de borracheras, confusión, autodestructividad, falta de responsabilidad en la vida cotidiana y otras dificultades típicas de Neptuno.
Este deseo es necesario que sea reconocido conscientemente, porque no podemos encarar de manera adecuada estas energías si no tenemos conciencia de lo que representan sus compulsiones, ya que entonces es más que probable que nos veamos, en cambio, cautivados y arrebatados por ellas.
Sus anhelos espirituales están generalmente contaminados por un deseo regresivo de retornar a un estado indiferenciado de bienaventuranza, y de eludir las responsabilidades adultas.
Estos aspectos nos piden ser expresados, bien sea por medio de actividades como el cine, el teatro, pintar o escribir, o por medio de trabajos quironianos como la sanación y la enseñanza. O al menos, como una especie de verdad interior que permanece en el corazón, penetrando y espiritualizando nuestra vida cotidiana.
Estas personas absorben estados anímicos y sentimientos provenientes del entorno sin darse cuenta, y no tardan en prorrumpir en lágrimas en presencia de alguien que esté procurando contener su propia tristeza.
Es probable que, con el tiempo, quien tenga estos aspectos, llegue a ser capaz de expresar creativamente lo que no se dice y lo que los demás todavía no saben que sienten, sin que el proceso represente una desintegración de su propio yo. Así podrá ayudar a otros a recuperar su sentimiento de conexión consigo mismos y con la vida, sirviendo de manera individualizada al principio neptuniano.
Estos nativos, si poseen un buen discernimiento y un yo lo bastante estable, pueden tener auténticas dotes mediúmnicas, ya que perciben otros niveles de la realidad y son capaces de poner este don al servicio de los demás.
También se puede dar el caso de que estos nativos intenten manejar esta sensibilidad mediante el aislamiento. Aunque esto pueda representar un momentáneo alivio, si la persona no toma conciencia de por qué necesita aislarse puede hundirse en sentimientos de impotencia y de identificación con la figura del extraño, el chivo expiatorio o la víctima, retrayéndose en un mundo de fantasía y negándose a comprometerse con la vida.
Es frecuente que estas personas se sientan atraídas irresistiblemente por lo oculto, por la experimentación con drogas y por diversas técnicas de expansión de conciencia conducentes al éxtasis y a la pérdida de límites.Aunque estas experiencias están erizadas de riesgos, y pueden debilitar aún más la estructura de un yo ya de por sí bastante endeble.
Estos nativos son, a menudo, fuertemente carismáticos, los envuelve un aura de aceptación y amor que atrae a las personas que sufren o están necesitadas. Sin embargo, esta característica puede degenerar en una situación de tener “poder sobre”, de delirio compartido, explotación y vampirismo psíquico, en la que uno hace el papel de salvador y el otro se convierte en el perpetuo sufriente que necesita que lo rediman.
Una vez salvado este peligro, mediante la confrontación sincera y su aceptación del propio dolor, estos contactos pueden señalar la capacidad para una honda compasión, un amor incondicional y una profunda aceptación de sí mismo y de los demás tal como son, con los fallos incluidos.
Como todos los neptunianos, estos nativos buscan la unidad y necesitan encontrar algún contexto espiritual unificado, por detrás de la dualidad de la vida en el mundo.
-Extractado del libro: Quirón, de Melanie Reinhart